La escuela como aparato de poder (II)
Escrito por Kevin Castro | ARTÍCULO, PEDAGOGÍA CRÍTICA
“La hegemonía no grita: susurra hasta que
crees que su voz es la tuya.” Ernesto Laclau

¿Quién decide lo que consideramos normal en la escuela? ¿Por qué damos por sentado ciertos contenidos, valores y formas de enseñar? Para responder, hay que entender la escuela como un aparato del poder hegemónico.
Gramsci nos enseñó que el poder más duradero no es el que se impone con la fuerza, sino el que se acepta como natural. La hegemonía no actúa con violencia, sino con consentimiento. No se impone, se filtra. Y su arma más poderosa es la escuela.
Hegemonía cultural: cuando las ideas dominantes se vuelven invisibles
La hegemonía cultural es el mecanismo por el cual las élites logran que sus valores, normas y visiones del mundo sean aceptadas por todos como si fueran universales. Se vuelve peligrosa precisamente porque no se nota. Cuando algo se instala como “sentido común”, deja de cuestionarse.
Gramsci señalaba que este proceso ocurre en lo que llamó los “aparatos de la sociedad civil”: medios, religión, cultura… y, sobre todo, la escuela. Aquí es donde se normaliza lo que se debe saber, cómo se debe comportar uno y qué visión del mundo es la válida.
“La hegemonía es una lucha por el significado.” (Gramsci)
La escuela: mucho más que un lugar de enseñanza
La escuela no es un simple transmisor de saberes. Es un dispositivo de reproducción ideológica. Aquí te explico cómo:
- El currículo oculto: más allá del contenido explícito, la escuela enseña obediencia, puntualidad, sumisión a la autoridad, competitividad. Michael Apple lo advierte: lo que se considera “conocimiento válido” responde a una lógica de poder. Lo que no entra en el currículo también comunica.
- La selección del conocimiento: ¿Qué autores se leen? ¿Qué hechos históricos se destacan u omiten? ¿Qué modelos de éxito se exaltan? La escuela legitima conocimientos que encajan con el mundo que el poder desea perpetuar. No es casualidad. Es diseño.
- La socialización normativa: la escuela enseña a comportarse, a asumir reglas, a aceptar jerarquías. No solo forma individuos: forma subjetividades que encajen en el sistema. Como dice Henry Giroux, educar es también reproducir relaciones de clase y estructuras de opresión.
El sentido común: la hegemonía en estado puro
Gramsci alertaba del peligro del “sentido común”: ese cúmulo de creencias que asumimos como obvias, sin haberlas pensado. Ahí es donde la hegemonía se vuelve más efectiva: cuando ya no necesitas controlarte, porque te controlas solo.
¿Por qué es peligroso?
- Naturaliza la desigualdad: «si no triunfas, es porque no te esfuerzas.» ¿Seguro
- Impide la crítica: lo que “todo el mundo sabe” no se discute.
- Bloquea el cambio: si lo dado parece natural, lo nuevo parece imposible.
El sentido común: la hegemonía en estado puro
Una pedagogía crítica no busca sustituir una ideología por otra. Busca revelar el mecanismo mismo. Si entendemos cómo la escuela funciona como aparato hegemónico, podremos empezar a transformarla. No desde el adoctrinamiento, sino desde la conciencia.
“La tarea del educador crítico no es dictar lo que pensar, sino enseñar a pensar lo no pensado.” (Paulo Freire, 1986)
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